Agua para producciones bajo riego en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén
En la Argentina, las alteraciones y variabilidad en el clima afectan al territorio de múltiples formas y diversas medidas. En los Andes patagónicos se observa una variación negativa en la precipitación media anual que incide negativamente en los caudales de los ríos de la cuenca, afectando la disponibilidad de agua (MAyDS, 2020). Esta tendencia negativa lleva 15 años, intensificando la sequía, con un impacto contundente sobre el ambiente, las poblaciones y las producciones. Los valles irrigados de la Norpatagonia concentran gran parte de la actividad económica y productiva de las provincias de Río Negro y Neuquén, con 127.000 ha y 27.610 ha bajo riego, respectivamente, cultivadas con frutales, cultivos hortícolas, forrajes y pasturas. Al mismo tiempo, constituyen una de las regiones más vulnerables al cambio climático. En el Alto Valle de Río Negro y Neuquén hay 38.446 ha cultivadas con frutales de pepita y carozo (SENASA, 2020) que representan la principal cadena productiva de la región. En la zona de Valle Medio y Río Colorado se estima que hay más de 20.000 ha irrigadas que actualmente se destinan a la producción frutícola, hortícola y, en menor medida, de otros cultivos como forrajes y pasturas. En este contexto de crisis hídrica, la merma en los caudales medios de los ríos de la cuenca podría afectar la operación de los sistemas de riego debido a una menor disponibilidad de agua. Además, de acuerdo con la dinámica del acuífero del Alto Valle, variaciones en la operación de los sistemas de riego y en los caudales de los ríos podrían disminuir el aporte de agua capilar a los cultivos, que se estima puede cubrir entre 35 % y 65 % de la necesidad de agua de los cultivos frutales en riegos localizados y hasta 75 % en riegos gravitacionales (Mañueco et al., 2021).
Main Authors: | , , , , , , |
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Format: | info:ar-repo/semantics/artículo biblioteca |
Language: | spa |
Published: |
EEA Alto Valle, INTA
2023
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Subjects: | Déficit Hídrico, Sistemas de Riego, Recursos Hídricos, Conservación de Aguas, Cuencas Hidrográficas, Riego, Río Negro (Argentina), Neuquen, Argentina, Water Shortages, Irrigation Systems, Water Resources, Water Conservation, Watersheds, Irrigation, Water Management, Ordenación de Aguas, Crisis Hídrica, Gestión del Agua, Alto Valle, Río Negro, Alto Valle, Neuquén, Water Crisis, |
Online Access: | http://hdl.handle.net/20.500.12123/15491 |
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Summary: | En la Argentina, las alteraciones y variabilidad en el clima afectan al territorio de múltiples formas y diversas medidas. En los Andes patagónicos se observa una variación negativa en la precipitación media anual que incide negativamente en los caudales de los ríos de la cuenca, afectando la disponibilidad de agua (MAyDS, 2020). Esta tendencia negativa lleva 15 años, intensificando la sequía, con un impacto contundente sobre el ambiente, las poblaciones y las producciones.
Los valles irrigados de la Norpatagonia concentran gran parte de la actividad económica y productiva de las provincias de Río Negro y Neuquén, con 127.000 ha y 27.610 ha bajo riego, respectivamente, cultivadas con frutales, cultivos hortícolas, forrajes y pasturas. Al
mismo tiempo, constituyen una de las regiones más vulnerables al cambio climático.
En el Alto Valle de Río Negro y Neuquén hay 38.446 ha cultivadas con frutales de pepita y carozo (SENASA, 2020) que representan la principal cadena productiva de la región. En la zona de Valle Medio y Río Colorado se estima que hay más de 20.000 ha irrigadas que
actualmente se destinan a la producción frutícola, hortícola y, en menor medida, de otros cultivos como forrajes y pasturas.
En este contexto de crisis hídrica, la merma en los caudales medios de los ríos de la cuenca podría afectar la operación de los sistemas de riego debido a una menor disponibilidad de agua. Además, de acuerdo con la dinámica del acuífero del Alto Valle, variaciones en la operación de los sistemas de riego y en los caudales de los ríos podrían disminuir el aporte de agua capilar a
los cultivos, que se estima puede cubrir entre 35 % y 65 % de la necesidad de agua de los cultivos frutales en riegos localizados y hasta 75 % en riegos gravitacionales (Mañueco et al., 2021). |
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