Planificación participativa, conocimiento territorial, innovaciones socio-técnicas y aprendizaje colectivo: ejes de una nueva práctica extensionista

En nuestro país, la extensión rural pública ha seguido un derrotero cambiante, sinuoso, contradictorio y conflictivo, oscilando -con sus maticesentre los intentos por captar e interpretar algunas veces las interpelaciones emancipatorias de la sociedad, y otras por responder a las necesidades del poder, poniendo la ciencia y la tecnología al servicio de unos pocos. El nuevo siglo comienza con algunas novedades importantes ciertamente impredecibles algunos años atrás; la extensión rural pública se fortalece como parte de las políticas para el medio rural. Esta situación que impone la siempre caótica e inmanejable realidad, reposiciona nuevamente los viejos/nuevos debates y disputas por el significado y el papel de la extensión rural en la promoción del desarrollo. Tal es así que hoy nos hacemos preguntas del tipo ¿cuál es el grado de continuidad/ruptura con la extensión rural neoliberal del siglo pasado? ¿Este fortalecimiento es parte de un inevitable y natural ciclo de expansión/ retracción que bajo un mismo ideario se adapta a las diferentes coyunturas socioeconómicas? O, por el contrario, ¿estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma de acción extensionista? En el INTA, después de la crisis de 2001 se inicia un proceso de reconstrucción, recreación y fortalecimiento de su extensión rural, tendiente a transitar el cambio de las propuestas de extensión propias de los años VM hacia nuevos enfoques y estrategias de desarrollo rural que le permitan reconstruir formas de intervención acordes con la nueva situación económica, social y ambiental del país (INTA, 2004). Sin duda, el gran desafío institucional es construir los marcos conceptuales y operativos con su nuevas estrategias e instrumentos que contribuyan a superar los obstáculos al desarrollo hoy existentes. Esto implica, también, superar las debilidades que provienen de la intervención pública compensatoria, centralizada, desarticulada y descendente de los ÚVM. Esta modalidad de la intervención creó múltiples programas focalizados para distintas audiencias rurales, periurbanas y urbanas que perseguían finalidades muy diversas, funcionales a los objetivos neoliberales de fragmentación social. Sin embargo, y a pesar de no ser impulsados como programas de desarrollo rural, estos programas llevaron adelante innovaciones conceptuales y metodológicas de gran valor, impulsaron propuestas participativas de organización social y desarrollo tecnológico y comercial que alcanzaron importantes logros concretos… pero reducidos a la microárea de influencia de cada programa de intervención (Alemany, 2012).

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Bibliographic Details
Main Author: Alemany, Carlos Enrique
Format: info:ar-repo/semantics/parte de libro biblioteca
Language:spa
Published: Ediciones INTA 2013
Subjects:Territorios, Innovación, Extensión, Desarrollo Rural, Territories, Innovation, Extension, Rural Development, Extensión Rural, Rural Extension,
Online Access:http://hdl.handle.net/20.500.12123/14563
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Summary:En nuestro país, la extensión rural pública ha seguido un derrotero cambiante, sinuoso, contradictorio y conflictivo, oscilando -con sus maticesentre los intentos por captar e interpretar algunas veces las interpelaciones emancipatorias de la sociedad, y otras por responder a las necesidades del poder, poniendo la ciencia y la tecnología al servicio de unos pocos. El nuevo siglo comienza con algunas novedades importantes ciertamente impredecibles algunos años atrás; la extensión rural pública se fortalece como parte de las políticas para el medio rural. Esta situación que impone la siempre caótica e inmanejable realidad, reposiciona nuevamente los viejos/nuevos debates y disputas por el significado y el papel de la extensión rural en la promoción del desarrollo. Tal es así que hoy nos hacemos preguntas del tipo ¿cuál es el grado de continuidad/ruptura con la extensión rural neoliberal del siglo pasado? ¿Este fortalecimiento es parte de un inevitable y natural ciclo de expansión/ retracción que bajo un mismo ideario se adapta a las diferentes coyunturas socioeconómicas? O, por el contrario, ¿estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma de acción extensionista? En el INTA, después de la crisis de 2001 se inicia un proceso de reconstrucción, recreación y fortalecimiento de su extensión rural, tendiente a transitar el cambio de las propuestas de extensión propias de los años VM hacia nuevos enfoques y estrategias de desarrollo rural que le permitan reconstruir formas de intervención acordes con la nueva situación económica, social y ambiental del país (INTA, 2004). Sin duda, el gran desafío institucional es construir los marcos conceptuales y operativos con su nuevas estrategias e instrumentos que contribuyan a superar los obstáculos al desarrollo hoy existentes. Esto implica, también, superar las debilidades que provienen de la intervención pública compensatoria, centralizada, desarticulada y descendente de los ÚVM. Esta modalidad de la intervención creó múltiples programas focalizados para distintas audiencias rurales, periurbanas y urbanas que perseguían finalidades muy diversas, funcionales a los objetivos neoliberales de fragmentación social. Sin embargo, y a pesar de no ser impulsados como programas de desarrollo rural, estos programas llevaron adelante innovaciones conceptuales y metodológicas de gran valor, impulsaron propuestas participativas de organización social y desarrollo tecnológico y comercial que alcanzaron importantes logros concretos… pero reducidos a la microárea de influencia de cada programa de intervención (Alemany, 2012).