¿Un método para el hombre-máquina?

A partir de algún momento difícil de precisar, pero que debemos ubicar entre fines del cinquecento y comienzos del seicento, la literatura en general, y la filosófica en particular, comenzó a elaborar en palabras el impacto que la conciencia europea estaba recibiendo de los nuevos inventos técnicos que desde finales del Medioevo afluían con cada vez mayor frecuencia. La idea de máquina, entre todos ellos, fue la que más asombró y estimuló al pensamiento. Una de las grandes vinculaciones que la filosofía imaginó para este ingenio, parte de este movimiento cultural, fue la de la figura del hombre-máquina, utilizada fundamentalmente como término de comparación para investigar la naturaleza del ser humano y del universo. Kepler, Descartes y Hobbes abren un camino que, a través de La Mettrie, lleva al conductismo y a la cibernética del siglo XX. Fue este último siglo el que detectó en esa figura una manifestación singular de un proceso histórico de decadencia intelectual, moral y política que cristalizaría en los totalitarismos soviético y nazi, así como en la empobrecida cultura de las democracias de masa de Occidente. Una dimensión particular de este fenómeno apuntada, entre otros, por Max Horkheimer y Theodor Adorno, Leo Strauss, Eric Voegelin y Martin Heidegger fue la “reificación del pensamiento” en movimiento automático y maquínico, que habría llevado a la práctica extinción de la espontaneidad y la originalidad de las contribuciones cognoscitivas de los individuos, homogeneizando sus facultades intelectuales de una forma patológica. Entiendo que esta indicación apunta a un vínculo poco explorado entre la maquinización de la imagen del ser humano y la hegemonía otorgada a la noción de “método” en algunas de las obras principales del siglo fundante de la Modernidad en Occidente. Los filósofos y la máquina. 1400-1700, Barcelona, Ariel, 1978. En realidad, Kepler utiliza la noción de máquina para construir una imagen del universo, y no del ser humano (Kepler, Gesammelte Werke, Munich, C.H. Beck, XV, p. 146, citado por M. Kemp, “Temples of the Body and Temples of the Cosmos: Vision and Visualization in the Vesalian and Copernican Revolutions”, en B. Baigrie (ed), Picturing Knowledge. Historical and Philosophical Problems concerning the Use of Art in Science, Toronto, University of Toronto Press, 1996, p. 79). Descartes (fundamentalmente en su Tratado del Hombre, Madrid, Alianza, 1990) y Hobbes (Leviathan, Cambridge, Cambridge University Press, 1999), extienden la utilización para crear, con matices que se verán más adelante, la imagen moderna del hombre-máquina. El pensamiento se reifica en un proceso automático que se desarrolla por cuenta propia, compitiendo con la máquina que él mismo produce para que finalmente lo pueda sustituir (M. Horkheimer- T. Adorno, Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta, 1998, p. 78 L. Strauss, ¿Progreso o retorno?, Barcelona, Paidós, 2004, p. 163: Sobre el primer punto el paralelismo asegurado entre el progreso social y el intelectual-, en las afirmaciones de los clásicos sobre el progreso el acento recae sobre el progreso intelectual más que sobre el social. La idea fundamental puede formularse así: la ciencia o la filosofía están reservadas a una minoría, a aquellos que disponen de “buenas naturalezas”, como ellos decían, o a aquellos que están “dotados”, como decimos nosotros. Su progreso, el progreso de esta pequeña minoría, no afecta necesariamente al conjunto de la sociedad, lejos de ello. Esta manera de pensar es cuestionada radicalmente en el siglo XVII, en los inicios de la filosofía moderna y con la introducción de la noción crucial del método. El método permite la homogeneización de las diferencias naturales de la mente, y los métodos pueden ser aprendidos, en principio, por todos. Sólo el descubrimiento queda reservado a unos pocos. Pero la adquisición de los resultados del descubrimiento, y particularmente del descubrimiento de los métodos, está abierta a todos. Y existe de ello una prueba muy simple: los problemas matemáticos que antaño no podían resolver los grandes genios matemáticos son resueltos hoy por los bachilleres. El nivel de inteligencia -ésta fue la conclusión- se ha elevado considerablemente, y en tanto que esto es posible, hay un paralelismo necesario entre progreso intelectual y social. La nueva ciencia de la política, Buenos Aires, Katz, 2006, p. 18. M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo”, en Caminos del bosque, Madrid, Alianza, 1995, pp. 75-76.

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Bibliographic Details
Main Author: Balzi, Carlos
Format: bookPart biblioteca
Language:spa
Published: 2014
Subjects:HOBBES, HOMBRE-MÁQUINA, MÉTODO, LEVIATÁN,
Online Access:http://hdl.handle.net/11086/29313
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